Llevo meses dando vueltas sobre lo cotidiano de la vida, el empleo (o su ausencia), el rol de padre, de hijo, de ser humano, lo que es el paso del tiempo y sus vicisitudes, las crisis con las que se va encontrando uno en su día a día, –¿cómo puede ser todo esto motivo de letras?– Y a decir verdad, sigo sin tener un atisbo cercano sobre todo ello, sin embargo; desde hace meses también, hay un poemario que me acompaña y abraza estas inquietudes que me nacen como la malaria.
Espacio – Tiempo, entrelaza con una parsimonia y equilibrio hermoso una mirada a estas cuestiones de lo diario. Siendo el volumen 58 de la editorial Taller de creación literaria – En el borde, Miguel Torres nos ofrece una conjunción entre la ciencia y la realidad, mimetizando postulados científicos, eventos que bien, solamente se recuerdan en los días de escuela, con la maravilla de un amanecer, con el recuerdo de los padres, con el amor y su tiempo transcurrido que abraza cálido al dolor que uno trae por dentro, ese desazón con el que se amanece día con día.
El poemario dividido en dos partes Espacio y Tiempo nos ofrece una diversidad de imágenes, de acontecimientos y eventos maravillosos que uno pierde en la prontitud del mundo. Inicia con las tres leyes de Newton que nos dirigen a una cotidianeidad resguardada por los primeros rayos de luz que nos cuestionan: –¿Qué es un extraterrestre?– Miguel nos lleva a contemplaciones que la vida adulta nos absorbe, cuando en realidad, lo único que se debe hacer es disfrutarlas y reír, sin pensártelo demasiado.
El recuerdo de la infancia, de nuestro padre, de las cuestiones que nos nombran como tipos tristes desde este momento, es encontrar que todo aquello que nos parecía una incógnita, aquellas expresiones que nos parecían casi ajenas, se convirtieron en un espejo cuando la paternidad y la edad nos invadió, cuando ahora, queremos explicar a los nuestros, las cuestiones que aquejarán su existencia en los años por venir.
Los acercamientos al asunto de la paternidad, cómo es que se ve desde este lado; las citas al ginecólogo, el nacimiento, tomar un baño, la complicidad de un lenguaje que es propio del hijo(a) y de los progenitores, la capacidad de entender las necesidades, los gustos, las expresiones de amor, es un mundo poco explorado por nuestro género, pues se tiene esta creencia social que expresar los sentimientos, que cuestionarse y disfrutar la paternidad es algo que no debe incluirse en el rol proveedor, que amar a nuestros hijos es una cuestión que debe ser lejana, descifrada, dada por hecho. Y las preocupaciones por un mundo hostil, por acercar a los cuestionamientos y eventos diarios o ser un espectador por condiciones naturales, es algo que no se menciona, y que Miguel Torres tiene a bien poner sobre la mesa, deja la carne y el sentimiento expuesto, listo para atrapar a muchos más como él (me incluyo en este apartado) y lo refleja de forma maravillosa en su poema Polos:
un día cruzarás el océano completo/ y te esperaré en la orilla
apretaré con fuerza los párpados/ e intentaré volver aquí
a esta playa en donde hemos pasado
el mejor día de mi vida.
Siendo honesto, este es un recuerdo que me gustaría como padre vivir y como intento de poeta tener la capacidad de llevarlo a la letra, es un poema que como padre, me revuelve la entraña y me hace amar y valorar aún más el tiempo que tengo con mis hijos.
Pero la honestidad y el arrobo en las letras continua en el apartado Tiempo, donde el autor se mete en una cuestión ulterior, en este demonio que nos persigue y carcome durante la jornada, pero que en la oscuridad nocturna desenreda el dolor, la tristeza, los recuerdos atorados que salvaguardan los pocos resquicios lúcidos que nos hacen continuar.
La partícula de Dios nos habla de la interacción de dos sistemas en cierto periodo de tiempo y que a pesar de separarse, ambos sistemas siguen afectándose pese a la distancia, así como los días que parecen ser un cotidiano y que simplemente se diluyen en el tiempo, volviéndose un recuerdo, una imagen, un recordatorio de:
tener la misma edad que tenía tu madre
hace 30 años y pensar que para ella
conocer el mundo fue dividirse en cuatro…
Darte cuenta de que estás en el momento justo en el que tus padres estuvieron, saberte El hombre de la barba y defender la memoria, el dolor en los huesos, la carne y lo desvencijado del espíritu como una premisa para Miguel Torres, para este espejo que uno encuentra en él, en las letras y vida que comparte. Este poemario es algo que como bien mencioné, me ha acompañado estos últimos meses, donde la vida, la paternidad, el ser hijo, el ser humano, es una cuestión que me está tomando mucho trabajo seguir, y no dudo en decir que mi hermano de letras y vida estuvo y está ahí como muchos de nosotros, pero que justamente es un faro para todos aquellos que muchas veces nos encontramos rendidos ante lo cotidiano, si estás en un momento opaco de la vida, estoy seguro que Espacio – Tiempo va a ser un bálsamo que te rescate.
No me queda más que invitarte a su lectura y a brindar por las letras de Miguel Torres que estoy más que seguro que seguirán fluyendo y dando knock outs a todos sus lectores.
Alejandro Volta
Ciudad Atemporal, Octubre 2023.
