A Checo, mi padre. 

uno de los primeros recuerdos que tengo de mi padre, 

es cuando se sentaba a la mesa para calificar exámenes 

o fabricarlos en su parda Olivetti 

me acercaba y me ponía a dibujar 

o a construir palabras con las tarjetitas que usaba para dar clase, 

él consultaba libros para todo 

recurría frecuentemente a los diccionarios o a las enciclopedias 

a veces me quedaba mirando su fotografía en blanco y negro 

en la que porta una sotana y usa lentes de pasta 

pensaba en que no me parecía en nada a él 

en especial porque no se ve del todo feliz 

30 años después, recuerdo la imagen 

y pienso que nos parecemos en todo 

en especial en la tristeza que solemos ocultar 

sólo una vez fuimos al cine juntos 

me compró palomitas y un Ice de uva, 

solía llegar muy tarde a casa e irse muy temprano, 

los fines de semana íbamos al parque 

andábamos en bici o volábamos papalotes, 

solía enfermarse en las vacaciones 

porque no sabía estar encerrado 

aún así, tuvimos momentos robustos y de gran dicha 

como el día que llegó con un enorme televisor 

que, tiempo después, 

descubrí que fue un generoso soborno de varios de sus alumnos 

para un mejor trato en sus calificaciones 

o el día que me llevó al aeropuerto 

porque iba a tomar mi primer vuelo y vi en su rostro 

el temor que provoca la incertidumbre

o el día que conoció a mi hijo y no supimos que decirnos 

sólo lo miré / como en aquél inigualable recuerdo 

en donde le veo sacándole ruido a la máquina de escribir 

a tecladasos, 

en esa habitación (que ahora es su estudio) y en la que quizá 

está la explicación de todo lo que soy ahora 

pero que me es difícil distinguir o aceptar.