La relación entre lenguaje y realidad es la historia misma de la literatura, en el caso de la poesía, el lenguaje hace una adicional concesión: las formas eufóricas de la realidad, como podríamos interpretar a las  embellecidas formas poéticas y a  las mezclas de géneros a través de las cuales hemos leído un sinfín de evocaciones de personas o de estados anímicos.

Pero la poesía, a pesar de su libertad  no abandona del todo un contexto realista, el cual, por su parte, provee el contraste necesario para enfatizar transgresiones, características de lo imaginado, lo ideado, inclusive lo fantástico. Todos estos mundos que se les ha llamado distópicos y que guardan la misma esencia del poema.

Grandes teóricos del género como T. Todorov o David Roas, afirman que debe existir una transgresión o ruptura de aquello que era considerado como real para borrar lo imposible, romperlo todo y crear la  inestabilidad en un mundo que pretende ser completamente racional, para así, producir el contraste entre la realidad y el fenómeno natural o sobrenatural, siendo necesario que el poeta represente el mundo poético más auténtico posible.

Así, lo extraño y lo maravilloso se pueden unir en el lenguaje preciso, conciso, casi tangible de la física, como en el libro de Espacio Tiempo del autor Miguel Torres publicado por la Editorial Taller de Creación Literaria, México, 2023, donde podemos encontrar una serie de contundentes definiciones, por ejemplo en el poema Inercia: todo cuerpo se opone a cambiar su estado de reposo o de relativo movimiento / hasta que una fuerza actúa sobre él. Para luego decirnos amorosamente el poeta: No sé si el planeta es un lugar / o si es un proceso constante de ciclos descartables / o si la inercia o la aflicción se acumular en el espacio interior de uno / cuando se cae rendido por el vacío.

Rol de las palabras en este Universo que se e x p a n d e  así, escrito con letras que van creciendo al vacío donde se  tiene la transgresión: Las religiones, los partidos políticos, la economía y el fútbol / morirán como poetas / nos sepultarán con estrofas.

Hay un incesante fluctuar entre los temas abstractos y el cotidiano, un hiperrealismo de la existencia, que podríamos bien considerar o proponer como subgénero literario para esta obra ya que resulta un mecanismo que permite la creación de un contexto realista.

Sobre si un poema habla sobre la realidad cuando el poeta enuncia: Son las 07.00 y el sol se recuesta a mi costado / luego viene mi hijo y quiere que lo cargue se puede decir que, la descripción estrictamente ajustada a la realidad de un hecho sin permitir la intromisión del falso lirismo por ninguna rendija por leve que sea, es o no poesía, porque esa discusión es un sinsentido, solo útil, tal como dijera  Günther Grass, para facilitar a los libreros la clasificación por géneros de los libros en las estanterías.

La literatura es además, elaboración de experiencias, nada es totalmente inventado, basta buscarla en la tradición (como hacía Borges), que la poesía por sí misma desarrolla más fuerza vital que otros géneros que tratan sobre la  realidad. A través de estos poemas, Miguel Torres aventura una especie de disertación o muestra de aguda dialéctica y en el filo de algunas ironías,  sobre la frontera entre ficción/realidadverdad/mentira aunque sin conclusiones del tipo factualfiction o la conocida como obra poliédrica más propia de las artes visuales o cinematográficas, que se le reconoce un alto potencial simbólico.

Se trata de un poemario del extrañamiento de un sujeto que no trata de explicarse de manera racional aunque pareciera que sí, atribuyendo mucho al azar, la ilusión de los sentidos o la locura que todos hemos llegado a padecer.

En lo que respecta a la irrupción de lo sobrenatural sobre lo natural sólo enfatizaré que la poesía es una herramienta para demostrar la existencia de un mundo material que rodea al mundo humano.

Algo se presenta aquí, lectura en un tiempo y espacio diferentes a las coordenadas a las que estamos acostumbrados, para crear una estética poética más acorde con lo que ahora llamamos cotidianidad.